Me están matando
Nunca he tenido una soga apretada en el cuello, jamás en mi vida me he quedado sin aire; no, nadie me ha puesto una bolsa en la cabeza para asfixiarme. Tampoco me han tapado la boca con una mordaza, ni me han atado las manos. Mis dientes no han mordido un trapo. Pero me están matando. Si, es cierto, lo están intentando, pero sigo aquí. Llevan 14 años tratando de matarme. Yo llevo 14 años tratando con todas mis fuerzas de vivir. Él lo sabe: me han tratado de silenciar. He forcejeado hasta más no poder las cadenas invisibles que me atan las manos. ¡Y la asfixia! De vez en cuando siento que se me acaba el aire, que ya no hay más. Pero siempre encuentro un respiro. Siempre. Que mis lágrimas nutran las semillas que están por nacer, que mis piernas no dejen de caminar aunque tiemblen, que mis labios y mis manos y todo mi ser no dejen de transmitir esperanza, alegría y caridad. Porque llevo más de 14 años viviendo, y no pienso parar.