Reflexión sobre la sociedad venezolana
Una vez el profesor
y arquitecto Henry Rueda, hablando sobre los arquitectos venezolanos más
destacados en los últimos tiempos, dijo, casi a modo de una reflexión en voz
alta, que la mayoría de ellos empiezan a ejercer la profesión con energía y
buenas ideas, no obstante “viven un ocaso al final de su carrera”. Y puso como
ejemplo a Fruto Vivas.
Y es cierto, con
sólo poner una foto del Club Táchira (1955) codo a codo con una foto del
pabellón de Venezuela del año 2000 (obra conocida como La Flor de Venezuela),
es suficiente para estar convencido de sus palabras.
Club Táchira (1955)
Flor de Venezuela (2000)
Esa idea se quedó en mi cabeza dando vueltas… ¿pero
por qué ocurre ese fenómeno? ¿A dónde se va el talento y la sensatez? Buscando
la respuesta, empecé a inventar hipótesis. ¿Será que tiene que ver con la falta
de persistencia o constancia? ¿O es que los venezolanos tenemos una tendencia
autodestructiva que nos conduce una inevitable decadencia de lo que hacemos?
Luego pensé en los juegos que he visto de la Vinotinto.
Muchas veces antes de la mitad del primer tiempo ya nuestros queridos jugadores
han metido gol, nos abalanzamos hacia una celebración prematura, no obstante, cerramos
el primer tiempo cansados o con la ansiedad del empate. En el segundo tiempo
vemos como poco a poco el equipo va perdiendo energía, hace ataques más
descoordinados y fuera de tiempo que, nos dan esperanzas pero no nos dan ningún
golazo. Vemos como se desordenan los jugadores, se descuida la defensa y
perdemos el norte… Buen comienzo, mal final. Mi mente va haciendo conexiones…
Luego me vuelco hacia un repaso de nuestra historia
moderna: el descubrimiento del oro negro bajo nuestro suelo impulsó la economía
del país hasta un nivel inimaginable para los venezolanos de aquel entonces. De
repente dejamos de gatear, nos paramos y corrimos hacia la modernidad, nos
bajamos del burro para montarnos en el metro, nos mudamos masivamente del campo
a la gran metrópolis, botamos las alpargatas y las cambiamos por unos tacones.
Todo parecía estar en pleno crecimiento, se estaba cocinando un país a futuro,
lleno de promesas de prosperidad. Arquitectos de renombre internacional como el
italiano Gio Ponti se maravillaban de nuestra capital, y nos dejaron frases
como esta: “Caracas tal
cual es hoy, puede convertirse no sólo en una estupenda ciudad moderna, sino en
la más bella ciudad moderna del mundo". Esa era la Venezuela de los años
50. Hasta que nos desinflamos. Y todo el apuro, la histeria que vivimos, el
caos que auspiciamos, el desorden en nuestra sociedad que generamos nos fue
frenando poco a poco hasta llegar al estancamiento en el que estamos hoy.
Aquí es cuando empiezo a identificar un patrón:
parece que nuestro problema no es tanto empezar, sino mantenernos creciendo
para poder madurar. Siempre iniciamos pisando el acelerador hasta el fondo,
corremos, corremos y corremos hasta que quedamos agotados, y sin gasolina, y
sin más energía. De nuevo me pregunto, ¿es falta de persistencia nuestro mal? Conversando
con una amiga sobre el tema, me he dado cuenta de que no se trata de eso, porque,
como bien me explicaba ella, también están esas otras historias: la de la madre
soltera que trabaja para pagarle la educación a sus hijos, esa mujer a la que
parece que nunca se le acaban las fuerzas, que nunca pierde la esperanza sin
importar cuán mal esté la situación. ¿Y Acaso me había olvidado de todos
nuestros compañeros de universidad que se despiertan a las 3 de la mañana todos
los días para poder llegar a clases? Tiene razón, si eso no es persistencia, no
sé qué es.
Entonces, como que individualmente si podemos
progresar, pero cuando pretendemos hacerlo en grupo, como colectivo, como
nación, no lo hemos logrado aún… Y es que el meollo del asunto es que no
sabemos madurar. Es como si la sociedad venezolana no supiera salir de su
adolescencia, y nos disfrazamos de país emergente y jugamos a la política y a
los negocios sin saber en realidad qué carrizo estamos haciendo. Una persona
madura cuando logra definir su identidad, y por ende sabe lo que quiere en la
vida. Nosotros, los venezolanos, ¿sabemos lo que queremos? Y más importante
aún, ¿sabemos quiénes somos? Yo creo que la respuesta es no. Y hasta que no
comprendamos a fondo nuestra identidad, nuestras debilidades y nuestras
fortalezas, hasta que no aprendamos de nuestra historia, de sus personajes, de
nuestras leyendas y fábulas, jamás podremos madurar como nación. Porque no cabe
duda de que talento en estas tierras hay en grandes cantidades, sólo
necesitamos unir los esfuerzos individuales para construir nación.
Creo que el problema no esta en la persistencia, sino que nuestro talento criollo no lo usamos para cosas que de verdad nos sirva a todos como nacion, es decir, si todos los venezolanos-incluyendome- usaramos el humor y la creatividad que tenemos para sacarle un chiste y burla a todo lo mal que nos sucede, estoy segura que seriamos tan poderosos como cualquier potencia!. Claro si TODOS,aprendieramos a trabajar unidos por una sola causa, sin pelear porque color de camisa usas, como cuando apoyamos a la vinotinto que sin importar quien este a nuestro lado nos alegra verlos jugar!.. Carla me gusto mucho este articulo! :D
ResponderBorrargracias sori! :D
Borrarsi! interesante que saques a relucir la creatividad y el humor del venezolano, son habilidades a las que se les puede sacar mucho más provecho, creo yo.
y también me parece muy valioso como la vinotinto ha unido al país. la vinotinto es esperanza, es talento, es trabajo duro, es unidad. espero que siga avanzando
Carla, muy interesantes tus reflexiones. Pienso que no sólo se trata de comenzar por explorar nuestra identidad como venezolanos. Ciertamente tenemos muchos ejemplos de fortaleza individual en la persecusión de metas, pero a nivel colectivo fallamos, ya sea porque no perseguimos la misma meta o porque nuestros objetivos son individualístas. Sólo me preocupa lo que sucede en mi país, cuando me afecta a mí personalmente...,puro egoísmo.
ResponderBorrarOtra hipótesis podría ser la de la falta de planificación en el desarrollo educativo, económico, de salud y político entre otros aspectos.
Talento hay de sobra, somos geográficamente bendecidos. Este podría ser uno de los mejores paises del mundo, valor humano hay.
No hay excusas!
si, parece mentira pero en parte lo que nos está frenando es el egoísmo, el individualismo...tal vez somos demasiado ambiciosos, y cuando hayamos una oportunidad de crecimiento o una mina de oro no queremos compartirla...
ResponderBorrary carecer de una buena planificación para el país es algo terrible, sin duda.
es muy valioso tu comentario, gracias! :)