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Mostrando las entradas de agosto, 2014

Cuentos de Tata II

La casa de Tata era un lugar intimidante en muchas maneras para una niña correcta de nueve años: los muebles eran pesados en masa y estilo, con altos espaldares de colores sombríos y textura áspera. Las camas rechinaban como si se quejaran de tu peso sobre ellas cada vez que te recostabas, y hacían que tu espalda tomara una curvatura sin precedentes. Los gabinetes de la cocina estaban infestados de cucarachas de dimensiones dignas de un clima tropical, e incluso algunas eran voladoras. La casa estaba conformada por tres plantas, de las cuales dos eran un misterio para mí en aquel entonces: la planta inferior tenía un amplio jardín, que con los escasos cuidados de mi abuela parecía más bien una selva; había una mata de mango inmensa en el medio del espacio, y que yo supiera, moraban por ahí un morrocoy anciano y un conejo blanco. La planta alta estaba en desuso, y fuera del alcance de los niños, y según mi abuela se podía llegar hasta el techo, a través de una pequeña terraza escondi

Cuentos de Tata

Desde muy corta edad supe que quería ser escritora, y a eso de los 16 años ya sabía sobre qué quería escribir: quería contar la historia de mi abuela. Una tarde decidí entonces tomarme el asunto de mi futura carrera en serio, y agarrar al toro por los cuernos: con mi usual lógica y estilo académico pensé que lo mejor era empezar haciendo una investigación. Así que, con la más noble determinación,- digo noble porque lo que me movía era una fuerte admiración por el personaje de mi abuela - busqué un cuaderno que tuviera espacio libre para tomar notas, fui a casa de mi abuela y me senté en el porche junto con ella a escuchar la narración de su autobiografía. Recuerdo haberme quedado atónita cuando con total naturalidad mi abuela me empezó a hablar de casas que nadaban en el agua, hombres que se los habían llevado el mismo diablo a caballo, de animales que creía que no existían en el planeta tierra, y de extrañas enfermedades que machaban la piel de tornasol. Era casi como oír una his